Un poco de astucia es buena para salir de un problema. (Día 5)
Por cierto, antes que me apedreen, no defiendo la violencia en ninguna de sus formas, y menos contra la mujer. Esto es sólo un relato.
En el apartamento vacío, tres copas, pero sólo dos cadáveres. debía hacer algo, y pronto.
Las copas están vacías, y el veneno era suficiente para que no duraran demasiado.
La coartada no era la mejor, pero sí la recordarían en el supermercado, y aunque había presumido que venía de hacer ejercicio en el bosque, cualquier investigador con un mínimo de inteligencia encontraría su participación. Debían ser tres muertos, y no uno buscando ayuda para sus amigas envenenadas.
Cambió la botella por una nueva, derramó todo el resto de la envenenada y las tres copas que debían hacer falta de la buena. Limpió sus huellas de las dos botellas, llenó una con thiner y le colocó un rótulo con cinta. Cuando terminó de dejarla junto a la pintura, llamó a la policía. En la Escuela de Arte aprendió a modificar a voluntad su voz y a llorar.
Unos minutos después apareció Francisco.
-No has podido asesinarme a mí.
-Acabo de regresar del bosque y encuentro a Miriam y a Carmen en el suelo. ¿Qué les has dado?
-¿Yo? ¡Asesina! ¡Si no hubiera atendido esa llamada estaría también muerto, pero cuando regresé del balcón estaban agonizando!
-No me acuses, Francisco, ya he llamado a la Policía y tendrás que pagar.
Francisco intentó sujetarla, pero se salvó por poco, y consiguió salir del apartamento y colarse en el del vecino, que entraba con sus compras.
-Me quiere matar.
-Tranquila, llamaré a la Policía.
-Yo lo había hecho al verlas muertas. No sé qué le pasa. Por favor, no lo deje entrar.
Francisco escuchó las botas de los agentes en las baldosas de la entrada y dos patrullas bloquearon la calle. Golpeaba la puerta del vecino con insistencia, exigiendo que saliera y diera la cara por sus crímenes.
En las afueras del juzgado tres movimientos feministas se presentaron durante todo el juicio. Francisco fue condenado por la muerte de sus dos amigas y el intento de asesinato. Los periódicos celebraban los avances en la aplicación de justicia y que se protegiera a la mujer de sus agresores. Francisco siempre alegó inocencia, pero muchos habían visto a Teresita, la sobreviviente, trotando en el bosque, y después en el supermercado; también vieron al asesino salir corriendo a la calle y después, regresar para encubrir su delito.
Sólo Teresa sabía dónde estaba escondido el joyero robado, que encontraron oculto en la mansión que restauraban los cuatro.
domingo, 5 de enero de 2020
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