domingo, 12 de enero de 2020

Escape

¿Saldrías? Hay ocasiones en que es necesario afrontar el riesgo.

Se ha quedado hasta tarde en la oficina. Cuando había trabajo, se quedaba y terminaba todo lo pendiente.
Comenzó a sonar un teléfono. Ella dejaba las puertas cerradas al salir de la oficina. La máquina dispensadora era una forma cara de cenar, pero no tenía dinero para pizza. En la pantalla decía <<Lobby>>.
-¡Gracias al cielo!
-¿Cómo puedo ayudarlo?
-Ha ocurrido una ruptura de seguridad. Debe permanecer en silencio. Hemos enviado por usted.
-De acuerdo, guardaré mi trabajo. Los espero en mi oficina.
-¡No hay tiempo! Diríjase a una zona segura y permanezca en silencio.
Comprendió que los simulacros tenían su razón de ser. Desconocía el origen de la emergencia, pero, si la orden era ponerse a salvo…
-¿Quién anda ahí? -Nada, ninguna respuesta- ¿Vienen de Seguridad?
Fue al cuarto seguro con la certeza de que eso era real. En seis años de trabajo, había tenido dos crisis, y al recibir la llamada ya estaba el guardia en la puerta. Se encontraba ahora ante un peligro mayor.
El guardia se acercó. Vio su gorra en la pantalla. Dio aviso de su ubicación al centro de control, y no tuvo respuesta. El guardia estaba errático. Intentó nuevamente comunicarse sin obtener respuesta.
Algo cayó al suelo, una caja de clips, por el ruido. Ella sospechaba que el guardia estaba contagiado, su comportamiento era extraño. No estaba fuera de control, pero se movía entre los escritorios con sigilo y un poco de torpeza. Una tercera vez intentó comunicarse. Su voz atrajo al guardia. Calló sorprendida, como si una gran cantidad de miedo se hubiera acomodado en el lugar donde estaba la duda.
Se acomodó en un rincón, y esperaba que algo llamara la atención del guardia. No podía usar la radio. Varias horas más, con la obstinación de cualquier contagiado, frente a la puerta, atento a cualquier ruido. Estaba agotada. Su respiración lo atraía y no se movería hasta que la tuviera en sus manos.
El equipo de contención estaba en la pantalla, cambió las cámaras y los vio, masacrados por muchos contagiados. El que vigilaba su puerta se marchó. Una vez estaba sola, rompió el cristal que resguardaba el arma. No tendría esperanzas. Dos equipos de contención estaban ya contagiados.
Se encontró de pronto afuera, contra todo protocolo, estaba en la escalera de evacuación. Los contagiados no podían abrir esas puertas. Ahora todo estaba en sus manos.

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