sábado, 18 de enero de 2020

Vitalidad

Cuando se está decaído, lo que se necesita es reinventarse.

Tararea una canción de The Beatles mientras pasa los dedos sobre los viejos discos de su padre. Ríe al recordarlo bailar California Dreams, y se queda un momento en silencio. Louis Armstrong canta mientras se sienta en el sofá preferido y recita Les fleurs du mal sin mucho entusiasmo. Cuando su papá lo leía, el francés sonaba mágico.
-¿Puede venir a ver esta pieza?
Se levanta pesadamente y sale de la oficina siguiendo a la empleada. Un florero de 1878, en buenas condiciones, sin dudas, un original. Negocia el precio con el hombre y lo entrega al anciano Pepón, quien la felicita por la compra.
Regresa a la oficina, después de asegurarse de que la nueva dependiente no estuviera usando el móvil. Doña Hortensia renunció después del funeral. No entendió por qué nunca formalizaron nada, veinte años trabajando juntos es demasiado tiempo para no crear emociones en dos personas, y el corazón no envejece; cuando se siente, no queda nada más que hacer. Por qué habría de intentar convencer a la pobre mujer de quedarse, si ella misma tenía la intención de irse. La tienda de antigüedades se sentía vacía sin la presencia del fundador.
Puso a Ray Charles a cantar y al ritmo de Hit the door Jack se alegró un poco. Con el poco movimiento habitual se dedicaba a la relectura de la biblioteca que su padre rescató en sesenta años de los clientes que visitaron la tienda.
Su esposo no aprobó la decisión de no regresar al ejercicio de la abogacía después del funeral. “Entendí que debías ayudar al viejo cuando quedó en silla de ruedas, y más, cuando se agravó, pero, te van a salir telarañas de estar entre cacharros viejos”.
No. Aquel día no podía prestar atención a Baudelaire. Otro día sería. Cerró su libro decididamente y dirigió una mirada calculada a su alrededor. El disco dejó de sonar y la aguja regresó automáticamente a su lugar. Apenas se percató del silencio.
-Pepón -Llamó con un grito que se parecía mucho al de su padre.
-¿En qué le puedo ayudar?
Después de horas de hablar con el hombre, ambos estaban sonriendo por primera vez en tres meses y le pidió que llamara a la muchacha al salir. Convencida del rumbo que tomaría, fue generosa en el despido y fueron de inmediato a la casa de doña Hortensia.
La tienda comenzó a llenarse de luz y la llevó al Internet. Su padre estaría orgulloso de la gran cantidad de paquetes que salían. Pepón y la propietaria tenían buen ojo para comprar piezas excepcionales.

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